EL SUEÑO DE LOS ELEFANTES

Por Ilan Kazez

A Matías Tozzola, uno de los artistas a cargo de El sueño de los elefantes, le cuesta definir al espectáculo. “Si bien va a haber mucha música a lo largo de la obra, no es exactamente un concierto”, comienza, ensayando una respuesta. “En general, nosotros tratamos de referirnos a esto como una especie de experiencia musical-sensorial. Es muy importante la posición de estar, de experimentar y atravesar una situación”, completa.

La dificultad para definir El sueño de los elefantes radica en que prácticamente no hay nada que se le parezca. “Lo pensamos como una especie de portal a través del que vamos a ingresar a algo diferente, algo desconocido”, señala Matías.

El sueño de los elefantes, es un espectáculo totalmente a oscuras en el que la música se combina con aromas y sensaciones táctiles para crear una experiencia multisensorial que invita a romper con la percepción cotidiana.

El público ingresa con un antifaz a la sala, se acuesta en unas colchonetas o se sienta en alguna una silla y, entonces, la música empieza a hacer su trabajo. “De entrada, hay una situación física o corporal que es distinta. Te corre de tu lugar de confort. Y en esta nueva situación, empieza a ocurrir, efectivamente, la experiencia, en la que la música y lo sensorial son los protagonistas”, se explaya Matías

A partir de ahí, solo se trata de dejarse llevar por los sentidos para adentrarse en un mundo de sensaciones nuevas. “La música dice algo más allá, porque dialoga con lo perceptual”, teoriza Tozzola para explicar lo que genera este tipo de espectáculos. “Plantear otra situación de percepción hace que empecemos a escuchar de una manera diferente, mucho más profunda. Hay un sistema, una forma de percibir con la que fuimos educados. Y nosotros creemos que un ideal artístico tendría que romper también con la forma de percepción a la cual estamos acostumbrados para que sea más profundo, movilizador y desalienante.

La obra se inscribe dentro de estos pensamientos. La empezamos para tener una relación más profunda con la música, más genuina, más distinta y más personal”, explica.

La idea de El sueño de los elefantes, surgió de un grupo de estudiantes de un taller de composición que se formó hace diez años. Se juntaban a tocar, y así fue naciendo una compañía musical que llegó a presentarse en el Planetario y con el ballet del Teatro Argentino de La Plata. Cerca de 2009, comenzaron a jugar con el concepto de tocar música sin que la gente los viera hacerlo. “Hicimos una prueba en un lugarcito que teníamos, con unas poquitas personas, y fue impresionante lo que pasó”, recuerda Matías.

¿Cómo reacciona el público ante este quiebre de la percepción común? “Con la gente, suceden muchas cosas”, comenta. “Lo más usual es que aparezcan imágenes o lugares, como una especie de viaje interior. Hay gente que llora, porque evidentemente, se conecta con algo más profundo. También ha pasado que mucha gente se levanta, baila y expresa con el cuerpo. Creo que es por esa cuestión de libertad que se da con la oscuridad”, añade.

“El otro día vino una chica por cuarta vez”, continúa. “La primera fue a mediados del año pasado, y a partir de lo que vivió, se modificaron muchas cosas de su vida. Empezó un proceso de cambio interno. Modificó su rutina y su jerarquización de valores.

Dijo que cada vez que vivió El sueño de los elefantes, fue completamente diferente y, según ella, sucedió así porque estaba en momentos diferentes. Eso me flasheó un montón, es como que uno siente una responsabilidad muy fuerte”, finaliza.