Entrevista a Chango Spasiuk

Por Ilan Kazez

El Chango Spasiuk está de festejo. En 2019 conmemoró su treinta aniversario de carrera, a partir de aquel 1989 en el que publicó su primer disco y debutó en el escenario del festival de Cosquín. En ese marco, brindó un concierto en un teatro a sala llena con momentos íntimos y emotivos. Pero ahora, el acordeonista quiere celebrar con más fuerza: el 25 de enero dará el primer recital de 2020, en el Patio del CCKonex, con un show que promete ser una verdadera fiesta de polcas, chotis y chamamé.

“Va a ser un concierto con mucha potencia, mucha fiesta y mucho poder. Estará enfocado en una parte de mi repertorio que está muy relacionada con la celebración. El contexto del Patio y del verano invita a la danza. Y es un lugar en el que también quiero conectarme con mi pasado, cuando recién arrancaba y tocaba en los bailes”, adelanta el músico misionero.

Con las celebraciones por tus treinta años de carrera, ¿considerás que estás en una etapa de balance?
No sé si es una época de balances, sino una fecha para poner sobre la mesa y decir: “Wow, cuántas cosas hicimos, gracias por acompañarme”. Pero todavía hay más por hacer, más caminos, más proyectos, más ideas. Es, simplemente, fortalecer un vínculo con toda la gente y el espacio en el cual uno desarrolla sus ideas. Pero no estoy en el descanso del guerrero, ni cerca. Quiero seguir abriendo puertas y lo hago con el background de treinta años, con el peso y el contenido desarrollado durante todos estos años.

Un aspecto destacado de tu carrera es la apertura a artistas de géneros diversos, ¿qué es lo que te lleva a eso?
A veces es bastante sano correrte de tu lugar de confort y tratar de conectarte con otras personas, con otros artistas, con otras estéticas, con otros proyectos. Es un ejercicio que te mantiene permeable y atento. No porque uno quiera ir en busca de un otro para tomar algo y traerlo a tu mundo, sino simplemente, porque correrte de tu lugar de confort te impulsa a plantearte nuevos desafíos. Es un ejercicio que a mí me ha hecho muy bien. Hacer alianzas o intercambios con otros artistas es una manera de ver hasta dónde tenés una capacidad de crear lazos comunicantes y puntos de contacto con algo que pareciera que no lo tiene.

Durante las celebraciones por los treinta años volviste a tocar tu primer acordeón, ¿cómo fue ese hallazgo?
El primer acordeón fue el que mi padre me regaló hace cuarenta y un años. Después, lo vendí para comprar otro, y quedó en el camino. Nadie iba a pensar que cuarenta años después ese acordeón iba a tener un valor extra, pero hace quince años, unos amigos de Apóstoles (N. de la R.: ciudad donde nació Spasiuk) lo buscaron, lo encontraron y me lo regalaron para mi cumpleaños, en un estado bastante deteriorado. Encontré un luthier para que lo reconstruyera y lo hiciera sonar otra vez, pero cuando ya estuvo arreglado, no lo usé para tocar en vivo. Lo tenía en mi casa y solo lo tocaba ahí. Me pareció bueno abrir esos conciertos de celebración de treinta años con ese primer acordeón. En el Patio del Konex, va a estar. Lo voy a incorporar, no sé si en todos los conciertos, pero sí, en algunos. No quiero tocar con él la música de ahora, sino la música de cuando era niño. Es muy bello. Emocionalmente, tiene mucha intensidad. Lo celebro, lo disfruto y le agradezco a la vida que haya vuelto a mis manos, porque me conecta con mi padre y mi infancia.