Entrevista a Hernán Casciari

Por Ilan Kazez

No son actores, pero la química en el escenario es inigualable; principalmente porque los une un lazo de sangre. Este verano, Hernán Casciari vuelve a traer a toda su familia al escenario del CCKonex para Una obra en construcción, el espectáculo en el que el escritor lee sus cuentos con la participación en vivo de los propios protagonistas.

¿Cómo nació la idea de hacer una obra con tu propia familia?
Me vine a vivir a Buenos Aires hace exactamente cuatro años y, para festejarlo, alquilé un teatro y decidí leer mis cuentos, pero con los personajes arriba del escenario. Iba a ser una cosa que duraría dos semanas. De hecho, había contratado el teatro para dos funciones. Esto fue en marzo de 2016. Y el boca en boca hizo que fuéramos por la función ciento y pico. Son ensayos: podemos parar y no es necesario hacerlo bien. Son mis parientes: mi vieja, mi hermana, mi cuñado, tres sobrinos, tres primos, un amigo y cuando viene mi hija de Barcelona, también se sube. Nadie está esperando que lo hagamos bien, pero es muy divertido.

¿Qué es lo que más te interesa de representar relaciones familiares?
Que las familias son una garcha, pero son las nuestras. Me parece que todo el tiempo queda en claro eso. Hemos hecho este espectáculo en mil lugares y siempre termina viniendo la familia entera porque lo que ocurre es que atraviesa generaciones y edades. Madres, hijos, padres, sobrinos. Está bueno que arriba y abajo del escenario haya familias de verdad. Funciona siempre, la gente se emociona, se representa y se identifica.

Para algunos, la familia es una institución conflictiva…
Para mí, también.

¿Cómo te enfrentás al conflicto teniendo que laburar con ellos?
Nosotros hacemos la obra para divertirnos. Nuestra diversión está en los camarines, cuando vamos llegando, en la cena o en los micros de gira. Además, elegimos ciudades que tengan casino, porque todos somos muy ludópatas. Cada cual tiene su laburo, no lo hacemos por una cuestión de guita, hacemos esto porque es la única manera de estar todos juntos. De hecho, con mi vieja hemos dejado de reunirnos en su casa para comer. Nos reunimos en los camarines, es mucho más divertido, porque tenemos cosas de qué hablar. Veo que muchas veces en las familias no tienen muchos temas de conversación y, entonces, terminan peleándose por la política o hablando de una prima que no está, que quedó embarazada y que se cogió a este. Siempre es chusmerío o pelea. En cambio, nosotros hablamos de cuándo tiene que entrar el chelo o en qué parlamento entran las luces. Es mucho más divertido.

¿Quién de tus familiares te sorprendió más arriba del escenario?
Mi vieja me sorprendió desde el principio, porque es tremendamente profesional. Nunca falló. En otra vida debió haber sido actriz o quizá quiso ser actriz y los mandatos de la época no se lo permitieron. Pero es buenísima. Todos cumplen su rol a la perfección, pero a mí, siempre me sorprende mi vieja, porque es una actriz nata.