Hair: Procesos creativos para los tiempos que corren

Por Laura Marajofsky

Estrenada en mayo, con treinta intérpretes y ocho músicos en vivo, dirigida por Pablo Gorlero y con coreografías de Verónica Pecollo, y con el apoyo artístico del experimentado productor teatral Lino Patalano, la obra Hair, 50 años, se presenta como un doble desafío: una oportunidad para llegar a las nuevas generaciones con un material clásico y, además, una prueba creativa.

A partir de un diálogo constante y de retroalimentación entre realidad y arte, Lino Patalano revela algunas de las implicancias de hacer Hair en un contexto social y cultural como el actual y, también, se refiere al proceso de montar una obra de estas características con un enfoque novel: un casting abierto y sin estrellas que hasta devino en el armado de una cooperativa. ¿Arte y creatividad flexibles y democráticas para los tiempos que corren?

¿Por qué Hair y por qué ahora? ¿Qué, creés, tiene Hair (a más de cincuenta años de su estreno oficial) para decir en este contexto cultural y social de Argentina?

Cuando Pablo Gorlero me contó la idea de poner Hair en escena, me sentí inmediatamente fascinado por la propuesta, y lejos de pensar que la obra hubiese sufrido el paso del tiempo, me di cuenta de que sus planteos de rebelión contra la violencia, el racismo, la homofobia y la desigualdad eran no solo válidas, sino necesarias para estos tiempos que corren, para los que estos cincuenta años parecen no haber pasado.

¿Cómo es que decidieron hacer una convocatoria abierta para el casting en vez de contratar actores profesionales? ¿Esto, acaso, tiene alguna sintonía fina con la idea tan en boga hoy –y promovida también por las redes sociales– de democratizar la participación de la gente y el arte, desmitificando un poco el star system?

No era posible hacer Hair bajo las reglas del star system. Hubiese sido empezar mal. Cuando se hizo en Argentina la primera puesta de Hair, no se buscaron protagonistas de renombre, salieron de castings realizados por hippies reclutados, en su mayoría, en las playas de Villa Gesell –como Fontova– y actores de escaso o ningún cartel. Creo que, para ese entonces, la más conocida era Mirtha Busnelli, una verdadera principiante, lo mismo que Valeria Lynch o el Negro Rada. Actualmente, ya no hay hippies, pero sí hay muchos actores de comedia musical ansiosos de trabajar y sin inconvenientes a la hora de conformar una cooperativa, que era la única manera de poder llevar el proyecto a cabo. Y así se hizo. Se convocó a audiciones, se anotaron más de quinientos, y tras una serie de extenuantes sesiones fueron elegidos estos treinta maravillosos jóvenes que conformaron una auténtica tribu, que es lo que pide la obra. Pero la gran sorpresa fue que también los creativos de primera línea a los que se convocó, aceptaron formar parte de la misma cooperativa sin cobrar por sus trabajos ninguna suma fija. Así, pudimos tener nombres como Renata Schussheim, Gonzalo Córdoba o Gastón Briski colaborando a la par para que la propuesta fuese espectacular.

Los años 70 han sido connotados como tiempos de libertad y creatividad. De la mano de reivindicaciones de género y de otros movimientos contemporáneos, y con una mayor apertura mental en las nuevas generaciones ¿pensás que el espíritu de Hair va a resonar más con el público joven de hoy?

Cuando decidimos hacer Hair, fue pensando, precisamente, en los jóvenes de hoy. Sabíamos que íbamos a contar con el beneplácito de la generación del 70 (me incluyo), pero estábamos seguros de que las problemáticas que los chicos de hoy enfrentan son, como dije al principio, las mismas o peores que aquellas que nos acuciaban a nosotros hace cincuenta años. Creo que, en definitiva, son los destinatarios de esta nueva versión, y de hecho, ya la están disfrutando.