Estamos invitados

Por Pablo Wittner.

En esta “experiencia teatral inmersiva” –según sus directoras, creadoras también de Usted está aquí–, los espectadores son parte de un casamiento gitano, con su música, sus colores, sus tradiciones y un espíritu muy especial.

En RROM el espectador no es un espectador: es un invitado que participa de la celebración y festejo de un casamiento gitano, y se sumerge en ritmos, sabores y vivencias propios de una de las minorías étnicas más festivas de la historia. “La idea de teatro inmersivo da una imagen clara de lo que hacemos. La experiencia te sumerge en ese universo. Podés no hacer nada, quedarte quieto, que la obra va a seguir sucediendo. Podés bailar, opinar o expresarte, que también hay espacio para eso.” Lo cuenta Natalia Chami, directora del espectáculo junto a Romina Bulacio Sak.

Ellas dos habían creado Usted está aquí, que se realizó durante varios años en el Konex, y de hecho RROM es una especie de spin off (desprendimiento) de esa primera experiencia: el casamiento gitano era una de sus escenas. Romina recuerda: “Usted está aquí fue una sorpresa, mandarnos a probar y averiguar en el camino. Nos permitió crear una compañía y sostenernos en el tiempo, algo que para mí es muy valioso en la escena teatral. A la vez, gracias a la obra se formó una banda, una orquesta. La excusa fue la escena gitana que necesitaba música en vivo, y esa mezcla entre teatralidad y canciones nos encantó. De ahí surgió la idea de llevar más lejos esa escena, de profundizar en ese universo.”

El espectador no es un espectador: es un miembro de la familia. Un primo, un tío, un pariente lejano que llega a una boda. Si uno es de esas personas que le tienen miedo al costado participativo de la propuesta, no debe preocuparse. Lo asegura Natalia: “El grado de participación que exige la obra es mínimo, aunque para algunos puede ser un montón. Invitamos a la gente a mezclarse entre actores y otros espectadores. No se expone a las personas: si no querés ser observado, podés no serlo. Lo que cambia en nuestras obras es que la decisión es de cada uno.”

La experiencia, eso sí, es para mayores de 16 años, y se recomienda al público acudir con ropa cómoda y calzado plano o de taco bajo. Porque, claro, en los casamientos gitanos se baila. “Si hay algún pueblo que está especialmente unido a la música es el pueblo romaní, el pueblo gitano”, cuenta Natalia, y agrega: “Nosotras quisimos incorporar la música en la obra como ellos lo hacen en su vida. Está presente en cada momento, en los buenos y en los malos. La usan para sanar y para celebrar.” Romina apoya: “RROM es celebración. Es una fiesta de casamiento muy atípica en la que, desde un principio, las cosas no son lo que parecen. Para hacer esta obra investigamos mucho a la comunidad gitana de Europa del Este y elegimos enfocarnos en su carácter desfachatado y en ese espíritu fuerte y comunitario. Decidimos transponer ciertas tradiciones típicas y creamos personajes fuertes que además de desopilantes son también vulnerables.”

La propuesta de RROM es una excusa para vivir el intercambio entre dos culturas que se perciben como extrañas pero que luego descubren sus puntos de encuentro. En esta experiencia, marcada por la música de los Balcanes, el manouche, el klezmer y el swing, los personajes despliegan su singularidad, exponiendo sus modos de vida y revelando su desfachatada visión del mundo. Rom es el nombre con el que se autodesignan los que hablan la lengua romaní, la única lengua indoaria hablada en Europa desde la Edad Media, resultado de la diáspora de comunidades nómades procedente de la India. La hablan los roma, los sinti y los calé. “Nos parecía importante llamar a la obra así porque no queríamos contar la historia desde afuera”, aclara Natalia. Nosotros ya estamos de traje y zapatillas, con la corbata de vincha, y no vemos la hora de que empiece la fiesta.