Nota: Gabriela Baby
¿Cómo eran las vacaciones de invierno de los chicos del siglo XX? ¡Hermosas! Siempre. Porque cuando el frío llega a la ciudad y el tiempo se desenrolla como una alfombra –después de dormir hasta tarde y jugar bajo el sol del ventanal–, el invierno invita a pasear. Y para los chicos (y grandes) del siglo XXI, las propuestas se multiplican. En Ciudad Cultural Konex hay ópera, ballet, rock y juegos: para confirmar gustos, para saciar curiosidades, para descubrir mundos. Tiempo para compartir (que es el mejor).
En la escena, bailarines, cantantes, rockeros, clowns, sopranos, actores y más. Las propuestas invitan a danzar, saltar, reír o llorar (no mucho) y también asustarse (un poco) y mirar sin ver. Bajo la fascinación hipnótica del show, escenarios y luces se transforman para que los chicos amplíen su mirada crítica, brindan el placer del vivo y la vibración intransferible que provocan el teatro y otros lenguajes escénicos. Si hay solcito, se puede jugar un rato en el patio, antes de entrar a la sala. ¡Qué lindo es correr cuando hace frío!. Y la escalera naranja es ideal para las escondidas…
¡Piedra libre!
¿En qué momento se dejó de decir “piedra libre” y se comenzó a decir “Pica”? Un día, algún antropólogo social nos dará la respuesta. Mientras tanto, al subir la escalera que sirvió de escondite, nos ponemos los ojos-niños, los ojos del asombro y sin prejuicio, para gozar, por ejemplo, propuestas de géneros clásicos.
Con bailarinas volátiles de tutú esponjoso y una bruja temible y espléndida, La bella durmiente, de Piotr Ilich Tchaikovski, llegó al Konex. “Mantuvimos la música original de la obra y las escenas más significativas”, dice Juan Lavanga, director de la propuesta. Y la bruja ¿es muy terrible? “Sí: es una bruja que llega con su cuervo y toda su maldad. Y asusta y fascina, pero a la vez, es muy graciosa, como todas las brujas. Porque aunque estamos en plena época de antiprincesas, seguimos necesitando la fantasía, esa fantasía de la danza clásica con sus trajes y todos los colores. Y la música de Tchaikovski que fascina siempre”, sostiene el director del Ballet Metropolitano de Buenos Aires, que también realizó para chicos Cascanueces y El lago de los cisnes. Todos invitados.
Y como la ópera también tiene su encanto, más si se trata de una ópera bufa, no podía faltar en Konex para Chicos el pícaro Fígaro. Con muchos enredos y voces grandiosas, El barbero de Sevilla, de Gioachino Rossini, llega en versión para chicos realizada por Juventus Lyrica. La historia es más o menos conocida: el pícaro barbero está dispuesto a unir al conde de Almaviva con su amada, aunque el padre de ella no quiera y el tutor de la chica tenga otras intenciones. Las voces super potentes de los tenores, barítonos y sopranos cantan en castellano y las letras pueden seguirse en las pantallas. ¡Para cantar con Fígaro!
Chicos en escena
Siguiendo en plan clásico, Saltimbanquis, un infaltable de la cartelera porteña, basado en Los músicos de Bremen de los hermanos Grimm, llega a la Gran Sala. La comedia musical despliega las aventuras de cuatro animales que huyen del maltrato de sus amos y se encuentran en el camino hacia la gran ciudad. En esta escena típica de los cuentos tradicionales, los protagonistas –acompañados por un ensamble de chicos– arman planes para el futuro. ¿Qué traman?
“El ensamble de diez chicos es el nexo entre la historia y la platea”, dice Pablo Gorlero, director de la obra. “Esos chicos representan a quienes los están mirando, guían y nutren a los personajes y, a su vez, hacen de actores para que esta puesta en escena no pierda la noción de teatralidad. Los espectadores saben que esos chicos son actores representando, jugando. Y que hay que jugar para llegar a la verdad”, agrega. Saltimbanquis fue estrenada en 2016, ganó muchísimos premios y va camino a ser un clásico de la cartelera local.
Y si hablamos de clásicos, en formato recital, no puede dejarse de lado Mundo arlequín, una producción de la compañía El Juglar, fundada en 1998. “La esencia de Mundo arlequín surge de la búsqueda de un equilibrio entre diferentes formas expresivas provenientes del teatro, la música, la danza y los títeres”, sostiene Alejandro, uno de los integrantes del dúo. «No queremos que el público sea un simple espectador sino que forme parte de lo que sucede”, añade. Los arlequines suman al juego sus videos y guitarras. Y hay, además, muchas sorpresas.
Una que sepamos todos
Alrededor del fogón surgen las canciones y el calor que ahuyenta la oscuridad de la noche. Entonces Rock & Walsh enchufa sus amplificadores y el frío se va. Con narices de clown, seis músicos hacen brotar las canciones de María Elena Walsh, de Sui Generis y otras. Porque si el rock es el plato compartido por grandes y chicos, el clown le pone pimienta, y el banquete está servido. “Nos gustó la idea del fogón, esa experiencia de contacto en la que todos se animan a cantar viejos hits, resignificando sus letras, filosofando sobre la vida y la naturaleza”, cuenta Juan Bautista Carreras, director de Rock & Walsh. El rap de El reino del revés (imperdible) aviva la llama.
Y si hay ganas de mover el cuerpo, los ritmos brasileños y latinos encuentran en Pim Pau la opción acertada. El trío está formado por docentes que también son artistas de danza, música y artes audiovisuales. “Pim Pau convoca a niños y adultos a sumergirse a un show donde la palabra es juego; la música, juguete; y el cuerpo, instrumento”, explica Juan López, integrante del trío. El repertorio explora los distintos aspectos de cada canción para dar con nuevas instrumentaciones y modos de abordar las letras. “Somos tres adultos disponibles para el juego, sin máscaras, sin disfraces, tratando de no saturar de estímulos que corran el foco de atención, poniendo en el centro al cuerpo como generador de juego. Que es lo más parecido a ese adulto que el niño encuentra cuando vuelve a casa”.
Como el sonido no se detiene, Vuelta Canela propone girar y girar con ritmos de Latinoamérica: huaynos, samba brasilera, merengue venezolano y música litoraleña invitan a viajar con los sentidos, a hacer juegos de palmas y a mover el cuerpo. “El espectáculo surgió del intercambio con los chicos que vienen a nuestros talleres. Queremos transmitir la música y el teatro desde un lugar lúdico y cercano, muy cuidado y bien rico”, dice Nina Lenze, integrante y clown del grupo. Y, entonces, ruedan las canciones.
Puro circo (o no tan puro)
“Cuando vamos a la ferretería y nos dicen: ‘Esto no existe, no lo vas a conseguir’, no nos frustramos: inventamos esa pieza que va a formar parte después de un gran invento. A partir de este deseo de construir objetos, nace la idea de dos científicos que buscan la fórmula para crear al amigo ideal”, cuenta uno de los Ivans que forma el dúo Les Ivans. La obra se llama Buscando el amigo ideal, pero… ¿existe el amigo ideal?
Les Ivans dice que sí, que a veces existe y otras veces dice que no, que no existe, pero no importa: lo que importa es la búsqueda. Por eso, el espectáculo es un recorrido a través del circo, las ciencias, las luces fluorescentes, las máquinas de levitación, los globos gigantes, las reacciones químicas y más.
“Particularmente, hay un momento del espectáculo en el que irrumpe un superhéroe llamado Trompo Boy que tiene el superpoder de hacer reír a los adultos con juguetes tradicionales”, agrega. Lo demás es sorpresa. ¿Quién se anima?
Para valientes
“Yo tenía 8 años cuando mi mamá me contó Cuentos de la selva”, dice Laura Cuffini, directora de Teatro Ciego Argentino, y agrega: “Y a los 8 años, se los leí a mi hija. Entonces, volví a recuperar el espíritu salvaje de Quiroga a través de nuestros títeres lumínicos con el marco del Teatro Ciego”. La platea es parte de una selva lóbrega: hay ruidos, olores –quizá–, vibraciones, nervios. “La oscuridad total hace que padres y niños transiten una aventura sensorial. La cercanía de los títeres lumínicos también es una experiencia para los sentidos”, considera Laura.
Pero, si se corta la luz, de verdad ¿a qué jugamos? Cuando no hay Play, ni consola, ni PC para jugar, Desenchufados inaugura un espacio sin conexión y tremendamente divertido: el Wi fi Fest, un show sin cables. “Si se cortara la luz, ¿con qué pasarían el tiempo los chicos que hoy lo dedican a mirar una pantalla? De este interrogante surge la obra”, revela Flor Yadid, una de las directoras. Ella reconoce que el asunto comienza en los grandes, “porque es más fácil decirle a un chico ‘andá a mirar la tele’ que ofrecerle otras opciones que, seguramente, no solo requieren de la participación del adulto, sino que además ensucian, desordenan o manchan. Ojo: no queremos un mundo desconectado, pero sí tenemos la necesidad de desenchufarnos cada tanto y jugar como antes”, agrega Flor. El WI fI Fest toma partido por el juego del cuerpo y la palabra.
Y para cerrar la gran fiesta del teatro y la música, en un invierno que devino cálido y colorido, Magdalena Fleitas y la Gran Banda presenta Mundo de risas 2018. Prometen temas inéditos, barriletes de colores, sonidos andinos, mucha magia, proyecciones de clips y de las letras, para cantar juntos y gritar muy fuerte: ¡Que vivan las vacaciones de invierno!