“Una frase tiene que ser una provocación al pensamiento”

Darío Sztajnszrajber presenta su nuevo curso, Filosofía en otras 12 frases, una suerte de secuela de los aclamados encuentros de Filosofía en 12 frases, que realizó durante 2016 y que derivaron en el libro Filosofía en 11 frases. Este se publicó en 2018, con más de ochenta mil copias vendidas en menos de un año, y se convirtió así en un verdadero best seller.

Siempre atento a generar nuevos formatos a partir del cruce de disciplinas, en esta oportunidad, el docente propone “romper el canon” y salirse de la filosofía estricta para tomar como punto de partida frases que van desde la Biblia hasta los Sex Pistols, pasando por un fragmento de un cuento de Jorge Luis Borges, un grafiti del Mayo francés, una expresión del Manifiesto feminista, además de material de los antiguos pensadores y otros infaltables, como Karl Marx y Friedrich Nietzsche.

¿Qué tiene que tener una frase para que sea buena y genere impacto?
Tiene que ser una provocación al pensamiento. O sea, un formato que genere algún tipo de zozobra al sentido común y que desde su musicalidad, y al mismo tiempo, desde su irreverencia, haga que el que la lee sienta que algo se le mueve en la cabeza. Que necesariamente comience a pensar las derivaciones de la frase, de sus contradicciones, de los nuevos escenarios que plantea sobre temas que ya conoce de antes. El problema es que si nos quedamos solo con eso, la frase queda solo como un título, y la clave de todo esto es que la frase sea una puerta de entrada hacia donde después se profundicen todos esos contrastes y propuestas de reflexión que genera.

¿Cuáles son los criterios que priorizás a la hora de seleccionar las frases?
Los criterios son distintos. Tienen que ser frases reconocidas. Obviamente, ninguna frase que, por ahí, está buenísima, pero no ha tenido ninguna trascendencia, puede resultar convocante, porque uno necesita el reconocimiento de algo que de algún modo ya tiene en la cabeza. Después, que sea bastante equitativa con lo que es la historia de la filosofía, o sea, que pueda representar momentos históricos muy distintos. Lo mismo con lo temático: que no sean todas frases que hablen sobre el amor, sobre el poder o la muerte, sino que haya una diversidad temática. También, que sean frases que a mí me generen un deseo particular: frases que, de algún modo, me han provocado en algún momento de la vida o que todavía me generan un impacto. Es una mezcla. Y en este caso, el diferenciarse del curso anterior, tratando de encontrar otras que tengan el mismo peso, pero sin repetirlas.

¿Cómo se te ocurren los distintos formatos de tus espectáculos?
Los formatos van ocurriéndonos a medida que vamos experimentando otros, siempre con el propósito de sacar a la filosofía de sus lugares más solemnes y rígidos. Y entendiendo que en el cruce que la filosofía puede hacer con otros géneros, está la posibilidad de que pueda hablar otro idioma y ser más convocante, llegar a más. El tema es el cruce, más que los formatos. Lo que va armándose es un cruce de géneros: filosofía y literatura, filosofía y música, filosofía e historia. Es muy propio de la historia de la filosofía haberse puesto a juzgar a las diferentes disciplinas. Esa forma muy soberbia que tuvo la filosofía es lo primero que hay que deconstruir; por eso, tratamos de tomar esa idea de encuentro con otros géneros, pero no desde un lugar de superioridad, sino de encuentro con el otro.

¿Cómo trabajás en el desarrollo de estos cruces?
Otro elemento que suma mucho a la hora de pensar en los formatos es que el encuentro con otros géneros artísticos o académicos supone también la co creación con más gente, como es el caso de la banda de música en Desencajados o en Salir de la caverna, o el encuentro que tenemos con Felipe Pigna en Preguntas de la historia y la filosofía. Se trata de trabajar con alguien que no es de tu palo, y es un ejercicio muy interesante. Lo fácil es trabajar con gente del mismo palo, cuando coincidís en un lenguaje, en un método. Entonces, esa apertura que se produce acá permite que uno revea sus propios límites.